miércoles, 25 de agosto de 2010

Lo Estábamos Esperando...

Lost, La Colección Completa
Todos los misterios serán revelados

No se lo creen ni ellos... Aún así, sé de uno que se lo va a pillar...

Para el que le interese, el precio oficial de la colección completa en Blu-ray es de 279,99 dólares (227 euros) aunque Amazon la ofrece por 194,99 dólares (158 euros). En cuanto a la edición en DVD, 229,99 dólares, 148,99 dólares en Amazon (121 euros).

Es una inversión considerable, pero merece la pena tener la joya que fue esta serie en una edición de lujo. Sí, el final de la serie disgustó a muchos y blablabla, pero el que la haya visto entera sabe que no ha habido otra serie que le haya enganchado igual. Por ello, si hay que tener una serie en la videoteca, sin duda ha de ser Perdidos.

El contenido del pack ya ha sido desvelado. Aparte de la serie completa, trae un porrón de horas extra, el famoso epílogo, y unas cuantas friqueces, como el mapa de la isla en relieve, el juego raro al que jugaban Jacob y su "hermano negro", un libro, una linterna para "desvelar misterios"... y alguna sorpresilla más que se desvela en el vídeo que aquí inserto, y que no os recomiendo que veáis si queréis conservar el misterio para cuando pilléis el pack (de hecho, a mí me la reventó...).


Cagando patatillas Dharma...

miércoles, 18 de agosto de 2010

Sólo son Juguetes

Todo empezó hace ya 15 años. Por aquel entonces, mi "yo" preadolescente era un enamorado de las películas de Disney y dibujos animados en general, además de gustarle los juguetes y la informática... Y como A + B = C, cuando apareció una jóven empresa llamada Pixar diciendo que iba a estrenar una película de animación por ordenador en donde los protagonistas eran juguetes, el jóven Gui-J tuvo que estrenar sábanas limpias...

Aquella era la primera película de animación hecha íntegramente por ordenador. Y no sólo eso. El guión cautivaba (de hecho, fue nominada al Oscar por ello), era original y divertida, y llenó los corazones de grandes y pequeños. Hace unas semanas, después de 15 años, he tenido que volver a cambiar las sábanas ante el estreno de la esperadísima tercera parte de Toy Story.

Y es que, aunque haya pasado tanto tiempo y haya dejado atrás la infancia, pasando por la tan denostada adolescencia, lo cierto es que me siguen gustando los dibujos y la animación, me sigue gustando Disney, sigo colgado del ordenador, y por supuesto, adoro los juguetes... Quizás por ello estaba tan expectante ante la nueva entrega de Woody y Buzz. No lo sé. Lo cierto es que, aunque sí que me apetecía verla, tampoco me esperaba gran cosa... Sí, las típicas gracias, juguetes nuevos, historia simplona, y final feliz... Para pasar el rato y recordar viejos tiempos estaría bien...

Después de las dos horas que dura la película (creo que es la animación más larga de la historia), salimos del Kinépolis en estado de shock... Aquella había sido una de las mejores películas que había visto en los últimos años, quizás la que más emociones me ha provocado, y no me muerdo la lengua cuando digo (aunque suene imposible) que puede estar a la altura de la mismísima, única e irrepetible, trilogía de Regreso al Futuro... (Se oyen gritos de asombro y sorpresa entre la multitud). De hecho, y quizás no sea casualidad, esta también es una trilogía, al fin y al cabo.

Probablemente sea por mis gustos, y porque ya me habían gustado las dos primeras. O quizás porque tampoco me esperaba demasiado de una película tan "inocente". Pero lo cierto es que, por más que lo pienso y le doy vueltas, la película es una obra maestra, la mires por donde la mires...

Es difícil de expresar con palabras los sentimientos que esta película me ha provocado. Desde la más absoluta felicidad, hasta una profunda tristeza, pasando por la nostalgia y la risa a carcajadas. Como dije antes, nunca una misma película me había provocado tantos sentimientos distintos, ni tampoco tan marcados.

Creo que la mejor definición de la película que leí estos días es que es "una peli infantil para adultos, y una peli adulta para niños". Y no me refiero a algo tipo Shrek o similares (que me parecen geniales, ojo), en las que los niños y los adultos se lo pasan bien, pero cada uno por su lado, unos porque les hace gracia las caras del ogro y los pedos que se tira, y los otros porque se ríen con los chistes que saben que los niños no entienden... En este caso, Toy Story lleva al adulto y al niño por la misma senda, les hace compartir la misma felicidad y la misma tristeza, las mismas risas.

La gente de Pixar ha reinventado Toy Story, y si la primera ya se había convertido en un clásico por haber sido la primera de su especie y demás, la tercera parte se ha convertido en una película de culto por sus propias razones.

Es evidente que los antecedentes han tenido mucho que ver en el éxito de Toy Story 3. Volver a ver a los mismos juguetes después de tanto tiempo pero con la ilusión intacta, y ver a Andy ya mayor, al igual que a la hermana y al perro, que conocimos cuando todavía eran "cachorros", es algo que emociona... Pero cuántas otras películas han tratado de hacer el mismo experimento de lanzar una nueva entrega después de mucho años, y se han quedado en nada, en un plato recalentado, incluso llegando a manchar el honor que tenían sus primeras partes. Se me ocurren unas cuantas.

En este caso no sólo no es un recalentamiento de lo mismo con ánimo de sacar cuartos a los incautos. Es un plato completamente nuevo, en el que se utilizan los mismos ingredientes pero con un resultado completamente nuevo, diferente, que hace honor al plato original, y que además ha conseguido amoldarse al paso del tiempo, haciendo que ver en pantalla a los mismos protagonistas no sea cansino, sino que parezca algo completamente novedoso.

La película nos transporta de nuevo al mundo de los juguetes, a la misma casa donde se quedaron hace tantos años, a ese lugar tranquilo que de pronto se vuelve desordenado y salvaje. Pero si entre la primera y la segunda parte hubo un pequeño escalón y los juguetes pasaban de perderse en la casa del vecino, a hacerlo en un centro comercial y un aeropuerto, esta vez el salto es descomunal, proporcional a los años que han pasado, y el mundo de los juguetes se torna en algo inmenso, casi inabarcable, haciendo que la cosa se ponga realmente seria y casi trágica. Si antes reíamos ahora nos reiremos más, si antes nos emocionábamos ahora el nudo en la garganta será más difícil de olvidar.

Pixar ha conseguido que parezca que no hemos crecido en estos años, nos provoca las mismas sensaciones que cuando éramos unos críos. La película, los personajes y sus aventuras, han crecido tanto o más que nosotros. Como digo, la "historia de juguetes" se ha vuelto seria, adulta.

Por poner un par de ejemplos de esa madurez (y sin entrar a espoilear, a pesar de las ganas), la escena con la que abre la tercera parte (os abréis dado cuenta los más frikis de la trilogía) es exactamente la misma, punto por punto, que la primera escena de la primera parte... La diferencia es que antes sólo veíamos a un niño jugando con sus juguetes, y ahora nos ponen el punto de vista "serio" de dicho momento, es decir, como se vería la escena si fuese real...

Y ya para terminar, otro ejemplo de lo que quiero decir: En las dos horazas que dura la película, no hay ni una sola canción... No cantan. Y eso siendo dibujos animados producidos por Disney, es una novedad, creo. Tantos años quejándonos de los momentos "canta con Disney", y ahora como que se echan de menos...

Tampoco quiero cerrar el artículo sin hacer una mención especial al doblaje de esta película. Todos nos acordamos mucho de ello si es malo, pero si es bueno nadie se da cuenta. En esta película no sólo hay una interpretación deslumbrante, a la altura de la cinta, sino que la adaptación al español es brillante, con lo complicado que es traducir ciertas bromas... Concretamente, hay una parte de la película que es difícil de imaginar en otro idioma que no sea el español, pues parece que la escena ha sido pensada por gente de lo más castiza... Si la habéis visto sabéis a qué me refiero...

Así que lo dicho. Una película más que recomendable, única, y que no necesita que la vayamos a ver "acompañando a un sobrino" como excusa. Toy Story ya no es una simple e infantil "Historia de Juguetes"...

miércoles, 11 de agosto de 2010

Aquópolis... ¿Estás seguro de lo de "aquo"?

Han pasado ya varias semanas (la pereza...), pero había que dejar constancia de ello... Fue en uno de estos abrasivos (que no calurosos) días del verano madrileño, cuando decidimos acercarnos a disfrutar del sol y (sobretodo) el agua en el parque acuático de Madrid: Aquópolis. Siendo este nuestro país uno de sol, playa y chiringuitos, un parque acuático de su capital tenía que ser la repera. El precio (20 euracos por barba) nos hacía pensar que el parque merecería la pena, la emoción estaba asegurada... ¡Y vaya si lo estaba!

Las instalaciones están situadas en Villanueva de la Cañada, en lo que aquí se empeñan en llamar "las afueras de Madrid"... A más de 40 kilómetros del centro, bien adentrados en la estepa castellana. Es bien sabido por todos que Noia está a las afueras de Santiago, y que por tanto, Santiago tiene unas playas maravillosas... Villanueva de la Cañada está a tomar por saco, en una llanura en donde el sol da por todos lados como la lluvia de Forest Gump (incluso desde abajo). Así que, sol no iba a faltar.

Al llegar, rápidamente nos dimos cuenta de que el precio de la entrada se les queda corto a los del parque, razón por la cual tienen la imperiosa necesidad de cobrar por todo. Quieren cobrar por el párking, habiendo uno gratuito al lado (los coches se funden al sol igual en un lado u otro, pero si puedes pagar por ello lo hace con más estilo). Quieren cobrar por las taquillas. Por supuesto, la comida y la bebida están al alza... Y hasta cobran por alquilar las colchonetas para ir a los toboganes donde hiciesen falta (que no son todos). Esto último fue lo que más me llamó la atención: Sin entrar en que por el precio del alquiler casi la puedes comprar en cualquier tienda de playa, ¿cual es la ventaja? Los toboganes tenían sus propias colchonetas, ¿por qué me hacen pagar para cargar con una todo el día? Y lo que es peor, ¿qué hago con ella en los toboganes donde no la puedo usar (más de la mitad)? Claro que los flotadores que ya había en las atracciones eran limitados, así que había que hacer más cola para esperar el flotador que en la propia atracción... Me hizo gracia un comentario en internet que lo explicaba diciendo que unos (los flotadores de la propia atracción) eran los flotadores del pobre, mientras que los otros (los de alquiler) eran los del rico. Es difícil de explicar, pero quiero dejar claro que el que ideó este sistema es un lumbreras: "Pagas 20 euros por entrar al parque y hacer colas infinitas; y si no quieres colas, pagas 10 euros más... Pero tienes que cargar todo el día con el puto flotador, y estar preocupado por donde lo dejas (porque, evidentemente, hay una fianza)." Política de marketing, la llaman...

Pero ahí no acaba la diversión. No sólo hay que felicitar al departamento de marketing. Los diseñadores del parque también se han lucido. Apenas hay sombras, ni zonas "verdes", y las que hay están quemadas y poco cuidadas. Las atracciones se cuentan con los dedos de las manos. Y bueno, luego está El Suelo... Un suelo de una especie de cemento con pinchos que hará las delicias del que vaya descalzo. Entre esa superficie rugosa y el calor del sol, parecíamos faquires... Anteriormente, había ido a un par de parques acuáticos, y ambos tenían superficies lisas, con agua por todas partes (es un parque acuático, de eso se trata), incluso por los caminos que conectaban las atracciones. Esto, que por aquel entonces me pareció curioso, ahora me parece vital. En Aquópolis tienes que andar corriendo de un lado para otro para no abrasarte los pies, y con cuidado de no pisar alguna piedra suelta...

Así que entre que el calor, las colas en las atracciones, y que el agua paradójicamente reinaba por su ausencia, pasamos más tiempo secos que mojados... ¿Y quién se había olvidado de la crema? Claro que sí, al final del día me había convertido en el Doctor Zoidberg... Claro que con algo más de agua, a lo mejor me habría quemado menos.

Eso sí, a pesar de las circunstancias, no puedo negar que me lo pasé en grande, no tanto por el parque (aunque reconozco que hay un par de atracciones que merecen la pena) más que nada por la compañía, que fue la que me apoyó en los momentos iniciales para que olvidase la indignación de la primera toma de contacto ("menuda mierda de parque", "deja de quejarte")... No pensé más en ello el resto del día y hasta hoy. Y hoy me he desahogado. Y es que Madrid se merece un parque acuático en condiciones, y no el infierno que tienen allí montado...

N.de A. Si alguien sabe de un parque acuático decente por la zona centro, que no dude en corregirme.