martes, 24 de noviembre de 2009

Cine como Mandan los Cánones

El otro día fui al cine por primera vez desde que resido en la capital española. Para ello, y sabiendo que, sí o sí, iba a tener que desembolsar una suma de dinero bastante más importante que lo que pagaba en Santiago (y que ya es exagerado), decidí buscar en la red un buen cine, uno que mereciese la pena pagar. Además, la película escogida fue 2012, y no hace falta decir que tiene unos efectos especiales de mear y no echar gota, así que merecería la pena.

Descubrí entonces el Kinépolis, situado en la Ciudad de la Imagen. Con ese nombre, seguro que no defraudaba. Está en las afueras de Madrid, en Pozuelo de Alarcón, así que lo mejor desde el centro es coger el coche (si no, también llega el transporte público, metro hasta Colina Jardín, y transbordo al tranvía), y se llega en apenas 20 minutos desde el centro. El desplazamiento es casi inevitable en una ciudad grande, así que, puestos a moverse, mejor irse a las afueras, que es donde se encuentran los cines más decentes.

El segundo factor que más temía, como comentaba antes, era el del precio. En Santiago, en el Área Central, ya rondan los seis euros (y en algunos casos los superan), lo cual me parece completamente fuera de lugar, pues las salas son bastante limitadas. A veces duele pagar eso por unas instalaciones que casi casi tenemos en casa... Eso sí, yo siempre dije que estaría dispuesto a pagar incluso más que los seis euros por una sala decente. Y este iba a ser el caso. Pero para mi sorpresa el precio tampoco se alejaba mucho: Algo más de siete euros, un domingo, y para una película estrenada esa misma semana. Me quedé sorprendido, pero más lo iba a estar al llegar al sitio.

Un edificio cúbico de grandes proporciones, de piedra blanca, con las letras de Kinépolis brillando en la fachada. La entrada, con enormes puertas de cristal, daba paso a un hall con un techo infinito, con las taquillas en medio, abarrotadas de gente. Aquel lugar tenía un ligero aire a la bolsa de Nueva York... Pasando de las taquillas (pues habíamos tenido el reflejo de comprar las entradas por Internet, lo cual no sólo te evita colas interminables, sino que además te permite escoger los mejores sitios), penetramos a la zona en la que se encontraban las salas.

Era un enorme pasillo, tan ancho que podría decirse que era más bien una sala. Aqui los techos eran mucho más bajos que en el hall, y estaba todo enmoquetado de arriba abajo, creando esa atmósfera de insonoridad propia de los cines. A cada lado del pasillo se encontraban las entradas de las 25 enormes salas que conformaban aquel paraíso cinéfilo. La disposición recordaba a alguna peli de ciencia ficción, siendo las puertas de cada sala el acceso a las naves espaciales que permiten viajar a planetas remotos... Para reforzar esta idea futurista, entre las entradas de las salas encontramos diferentes salones, abiertos al pasillo, con confortables sofás para la espera antes de entrar en la sala, y con decenas de pantallas planas, en las que se emiten los trailers y anuncios de turno, pues una vez dentro de la sala, no veremos anuncio alguno antes de la película.

Nuestra sala, la número 25, no se encontraba en los laterales del pasillo, sino que estaba al fondo del todo. Era la más grande. Dos enormes puertas, una a cada lado de la sala, se abrieron para dejar paso a las más de 1.000 personas que caben en la sala, que ese día estaba al completo. A los lados de cada puerta, una placa plateada con letras negras indicaba que la sala estaba certificada por THX.

La inmesidad de la sala era abrumadora. Los más de 1000 asientos se disponían como en un anfiteatro, con pendiente, de tal forma que los altos no podamos molestar... Los gordos (o la gente con piernas largas...) también estarían cómodos: Los asientos, que ya están desplegados (no son plegables), tienen suficiente espacio como para estirarse sin problemas. Tampoco hay problemas con compartir posabrazos, pues son anchos para dos brazos.

La pantalla (de 25x10 metros, según me he informado) te hace sentir pequeño, y una ligera curvatura hace que la imagen sea, literalmente, envolvente... Añadir que estabamos en la fila 4. Esto, en otros cines, supone adoptar posturas imposibles si quieres evitar una tortícolis durante una semana... En este caso, en el que la pantalla es tan grande, se podría pensar que sería todavía peor. Nada más lejos. Incluso en esa fila la comodidad es insuperable y la imagen se ve a la perfección. El truco, han dejado un amplio espacio entre la pantalla y la primera fila. Y cuando digo amplio, me refiero a muchos metros, me refiero a que, sin exagerar, una sala de cine normal cabría en ese espacio...

Lógicamente, una sala de estas características es ideal para una película con tanto efecto y tanto sonido como 2012, pero he de decir que hacía tiempo que no salía tan contento del cine... Y con tantas ganas de repetir. Es una pena que, en una ciudad como Santiago, volcada con la cultura y con un festival de cine anual medianamente importante, no haya un cine con características similares. Alguno me vendrá con que, con la piratería, en Santiago no se llenaría...

Precisamente, este tipo de salas devuelven al cine la espectacularidad que se merece y que tenía antes, nos da un servicio imposible de tener en casa (y menos con el screener de turno...). Las salas que antes podían atraernos (porque en casa teníamos teles de tubo con VHS), ya no nos atraen, están obsoletas. Ahora cualquiera con algo de interés puede tener en casa un proyector con Dolby Surround y BluRay, y tendremos un servicio casi igual al que hay en muchos salas de cine (todas las de Santiago). No niego que las descargas legales hagan que nos de pereza ir al cine y pagar por ver bodrios cuando podemos verlos cómodamente en casa, pero si nos ofrecen un servicio espectacular, que nos haga movernos del sofá, ya casi dará igual la película que vayamos a ver.

martes, 17 de noviembre de 2009

Prison Break "a la española"

Hay que ser realistas: A la gran mayoría de mortales de este gran país nuestro, cuando oímos hablar de cine español, se nos pone la piel de gallina y se nos hincha la vena de la discordia (el que la tenga). Vamos, que no agrada. Es así. Han sido demasiados años de "cine de barrio", Esteso y Pajares, y Marcelino, Pan y Vino... Cine casposo, bueno para el que le guste, pero lejos de ser atrayente por los siglos de los siglos.

Y siempre salíamos con la misma excusa: Es que los americanos se lo comen todo (seguimos hablando de cine), no hay manera de competir con ellos, tienene mucho dinero, no es comparable... Y si con alguien hay que medirse al hablar de cine (o de cualquier otra cosa), es precisamente con los que dominan la materia. Y me saldrá el gafapasta de turno alegando que el cine comercial yanki es una mierda para gente vulgar poco inteligente... Bueno, pues dejemos que ellos sigan viendo la bazofia intelectual que tanto les gusta, pero que nos dejen a nosotros ver lo que nos gusta, que finalmente (y como la mayoría de nosotros somos gente vulgar y poco inteligente) será lo que de dinero al séptimo arte...

Gracias a Dios, parece que el cine español va teniendo cada vez más adeptos al cine que gusta, al que se come por los ojos y los oídos, y que, incluso, puede llenar salas aquí y en el extranjero. Hago un paréntesis aquí para decir que sí, que yo también me descargo películas de forma "ilegal", pero fíjate qué curioso (y juro que no lo hago a propósito), no es el caso de las españolas. Todas las películas españolas que he visto en los últimos años (las que me interesaban, que no han sido muchas) las he visto en el cine, pagando religiosamente. Seguro que no soy el único. Y luego vienen con lo del canon y su p... madre. Señores, la gente no se descarga pelis españolas. No por nada, sino porque (la mayoría) son tan malas que nadie las quiere ver, ni gratis... Esto es así. Aunque es tema para otro post.

Ahora estamos con otro tema bien distinto. Celda 211. La última española (que no españolada...) que he ido a ver al cine. Será porque es española y siempre tienes en mente la posibilidad de salir decepcionado del cine. Por mediocre que sea, se valora... Pero lo cierto es que, en Celda 211, por momentos piensas que no estas viendo cine español. O incluso que lo de que el cine español es malo es algo que ocurre en una aterradora realidad paralela, lejana a la nuestra, y que en realidad nuestro cine es muy digno... Pero no, es española, y hay que estar orgullosos de ella. Lo cual en los tiempos que corren, no es poco.

No quiero entrar en detalles de la película. Como siempre digo, hay sitios mejores en Internet, más especializados en el tema y en el que podréis leer la sinópsis, el resúmen, la crítica., la talla de condones de Tosar (aunque Malamadre hace tiempo que no los necesita... ¡Ehhh!)... Y mil detalles sobre la película. Tan sólo decir que la gran mayoría de interpretaciones protagonistas son un verdadero lujo, empezando por los gallegos Luis Tosar y Luis Zahera (que así se llama en realidad Petróleo, el de Mareas Vivas), que se consagra como secundario de auténtico lujo en nuestro cine. También Alberto Ammann, que interpreta a Juan Oliver (el otro prota) ha sido todo un descubrimiento, con un papel bastante complejo.

Como reza el título del artículo, la peli tiene toques de la conocida serie americana, sobretodo por lo de que el espectador se termina encariñando de los "malos", y también por la tensión que te fustiga por momentos, ante los inesperados giros que da el argumento. Esto lo mezcla con la crudeza del mensaje de fondo que transmite, y lo adereza con ingredientes de la tierra, como el tema de la ETA, que también incluye el guión.

En fin, una muy buena película, que está arrasando en taquilla por méritos propios, porque en este país, a pesar de lo que piensan muchos acomplejados, sí que tiene gusto por el buen cine. Pero claro, como decía al principio, quizás el problema no sea de la gran mayoría de nosotros (cerdos ignorantes), sino de esos pocos que han decidido durante muchos años, casi dictatorialmente, cómo quieren que sea nuestro cine. Los mismos que, de forma inexplicable, han pasado por alto esta películaza para ni tan siquiera proponerla (ya no digo elegirla) como candidata a los Oscars 2010.

Poco a poco
, supongo...

jueves, 5 de noviembre de 2009

Los Pilares de la Tierra: Crítica Reconstructiva

...que no "de la mierda"...

A
yer, tras unos cuatro meses de lectura (sí, soy lento leyendo, aunque tambien es cierto que, hasta el último mes, no estuve leyendo con demasiada continuidad), por fin finalicé la última de las 1033 páginas de este pedazo de libro escrito por el autor de nombre gracioso, Ken Follet (primo segundo de Gaylord Folien...).

Y digo pedazo de libro por el tamaño, que no por la calidad. Y antes que los gafapastas que lo hayan leído se me echen encima, avanzo que tampoco es que piense que es una mierda de libro ni mucho menos. El libro es bueno, no lo niego. Pero vamos, las expectativas que uno se hace ante la obra maestra de este autor, best seller con más de 14 millones de copias vendidas, en mi caso no se cumplieron.


Para empezar, el libro se hace denso, demasiado. Tarda mucho en llegar a enganchar, y cuando lo hace pierde fuelle por momentos. Hay algunos momentos frenéticos, en los que necesitas seguir leyendo, pero son contados. Y como digo, tardan en llegar. Yo no los encontré prácticamente hasta la mitad del libro, es decir, sobre la página 400 o así... Que hasta que llegué ahí hubo demasiados momentos en los que me preguntaba por qué estaba torturándome de esa manera...

Seguro que el juego se hace más ameno...

Por otro lado, aunque relacionado con el punto anterior, está la manía del autor de describirlo todo hasta la saciedad. Eso en principio no es malo. Me gustan los libros descriptivos. Pero este tío se pasa tres pueblos. Y ya cuando se pone a describir, paso a paso, las acciones que realiza un personaje en un momento dado, hasta el mínimo movimiento y pensamiento, para que luego resulte que lo que estaba haciendo el personaje no sirve para absolutamente nada salvo para rellenar páginas... Pues cansa. Y esto lo hace en más de una ocasión.

Esto es así dos tercios del libro. Muy denso, como digo. Y de pronto, hacia el final del libro, pega unos acelerones absurdos, en los que pasa al extremo opuesto: Obvia un montón de detalles que sí se echan en falta en la lectura. No voy a entrar en detalles porque no quiero espoilear uno de los tramos del libro que más me gustó, pero lo cierto es que me sorprendió (porque además es repentino) que pasase de la descripción exhaustiva, a una mera citación casi esquemática de los hechos...

Por lo demás, la historia (o más bien, las historias, pues son varias entrelazadas) está muy bien, sobretodo teniendo en cuenta que gira en torno a la construcción de una catedral, tema que, a priori, puede resultar demasiado especializado (y aburrido). Personalmente me encantan los libros que mezclan ficción con hechos históricos, como ocurre en este libro, en el que los personajes se topan en hechos reales que ocurrieron en la historia, así como con personajes de enciclopedia. En este caso te acerca de un modo muy didáctico a la Edad Media, una época tan extensa como escasa de contenido...

Destacar también la gran cantidad de personajes principales que van evolucionando de una forma bastante coherente (los niños malos se vuelven adultos malvados, y los buenos, buenos se quedan) durante la extensa línea temporal que cubre el libro (unos 40 años), así como el tipo de narración, en tercera persona, aunque enfocado a cada personaje. Así, cuando el libro se centra en la historia de uno de los malos, el narrador toma su forma de pensar y narra según la retorcida lógica del personaje en cuestión. La trama se va cubriendo así de forma lineal, alternando el punto de vista de la historia según el personaje que en cada momento toma protagonismo, de tal manera que podemos visualizar los movimientos de cada uno de los personajes en cada momento, aunque no formen parte de la trama todo el tiempo. Por ejemplo, si en un momento dado, se narra que uno de los personajes planea atacar a otro, después se narrará lo que está haciendo este otro mientras (nosotros) sabemos que el primero se dirige hacia él para meterle una espada por el ojete...

Otro punto que quiero destacar en esta pequeña crítica del libro, y que no leeréis en ninguna otra crítica o resumen, ni nadie que lo haya leído os confesará, son las múltiples escenas subiditas de tono que se describen a lo largo de toda la historia. Es algo que llega a ser enfermizo. Auténticos relatos porno. No exagero, el nivel de detalle (igual de exhaustivo que en el resto de la historia) llega a ser escabroso, con momentos en el que se describe, por ejemplo, una violación de dos hombres a una pobre adolescente (con pelos y señales), o como un puta se queda con el "producto" de dos clientes en la boca ("el líquido caliente", como menciona el autor), para luego escupirselo a la cara de uno de ellos... Estos son sólo un par de detalles de cientos de los que hay en el libro, que por momentos parece que estás leyendo un capítulo de "Llámalo X", más que una novela seria de la Edad Media...

En fin, no me enredo más. El libro está bien, leedlo, y además haréis bíceps. Si os gusta este tipo de novelas históricas os gustará, y si estáis interesados en la arquitectura y la construcción, seguro que os encantará. Ahora bien, hay veces que, al terminar de leer un libro, me gustaría poder borrarlo de la memoria para poder volver a disfrutar leyéndolo. En este caso, no voy a decir que me gustaría poder borrarlo de mi memoria de lo malo que fue... Aunque, sinceramente, en el caso de que se borrase accidentalmente, tampoco lo volvería a leer...