Hay veces que a uno le ocurren casualidades, como cuando encuentras a alguien en un sitio que no esperabas, o que dos mundos completamente diferenciados en tu mente, tengan sus puntos en común. Otras veces, uno tiene lo que vulgarmente se llama "potra", "chorra", "chiripa", o sencillamente suerte, como podría ser encontrarse un billete de cinco euros por la calle, o que empiece a llover justo cuando se llega a un sitio cubierto...
Pero hay veces en los que, haciendo méritos para que te suceda algo malo, no sólo no te pasa, sino que además, y gracias a una conjunción de casualidades y suerte, consigues sacar de ahí una situación más que cómica, sublimemente irrisoria... ¿Cómo se podría llamar a eso? Para entenderlo mejor, me explicaré, primero visualmente, y después trantando de hacer llegar a qué me refiero... Mirar esta foto atentamente:
Como cada día, abres la ventana para airear la habitación, para deshacerte de ese aroma mañanero que destila (nunca mejor dicho) tu habitación después de una resaca. En un alarde de inspiración, recordando vagamente aquellas cosas que hacía tu madre cuando vivías en su casa, decides poner las sábanas en el marco de la ventana para que se aireen también, que huelen a caldofrán... Pero claro, como suele ocurrir en estos casos, te has olvidado de parte de la lección, y en lugar de recogerlas a los cinco minutos, decides dejarlas en la ventana todo el día... Lo cual, viviendo en un sexto piso, no sólo aireará las sábanas, sino que las centrifugará y, con algo de tiempo, terminará por hacer que las sábanas se precipiten al vacío...
Entonces comienza la odisea de la sábana voladora, que tras librarse de sus ataduras y con ayuda de la fuerza de la gravedad, cae un piso, cae otro, y otro, y otro... Todo ello al tiempo que va dando vueltas en el aire, rozando levemente los marcos de las ventanas por las que va pasando, en cada piso, amagando un posible receso en alguna de ellas que no se produce, pero que va suavizando la caída... Hasta que finalmente, tras un cuádruple (o quintuple) salto mortal con múltiples tirabuzones, se coloca en perfecta posición para caer con una precisión digna de Gervasio Deferr (de hecho sólo le faltaban los brazos en cruz para saludar), cubriendo exacta y completamente uno de los focos del PC City situado en la planta baja, no sólo evitando el contacto con el suelo y el posible pisoteamiento posterior, sino disimulándose a la perfección con la red verde que recubre el andamio situado al lado, de forma que nadie, excepto el implicado, sospechase absolutamente nada de la esperpéntica imagen resultante...
Ver para creer...
Pero hay veces en los que, haciendo méritos para que te suceda algo malo, no sólo no te pasa, sino que además, y gracias a una conjunción de casualidades y suerte, consigues sacar de ahí una situación más que cómica, sublimemente irrisoria... ¿Cómo se podría llamar a eso? Para entenderlo mejor, me explicaré, primero visualmente, y después trantando de hacer llegar a qué me refiero... Mirar esta foto atentamente:
Como cada día, abres la ventana para airear la habitación, para deshacerte de ese aroma mañanero que destila (nunca mejor dicho) tu habitación después de una resaca. En un alarde de inspiración, recordando vagamente aquellas cosas que hacía tu madre cuando vivías en su casa, decides poner las sábanas en el marco de la ventana para que se aireen también, que huelen a caldofrán... Pero claro, como suele ocurrir en estos casos, te has olvidado de parte de la lección, y en lugar de recogerlas a los cinco minutos, decides dejarlas en la ventana todo el día... Lo cual, viviendo en un sexto piso, no sólo aireará las sábanas, sino que las centrifugará y, con algo de tiempo, terminará por hacer que las sábanas se precipiten al vacío...
Entonces comienza la odisea de la sábana voladora, que tras librarse de sus ataduras y con ayuda de la fuerza de la gravedad, cae un piso, cae otro, y otro, y otro... Todo ello al tiempo que va dando vueltas en el aire, rozando levemente los marcos de las ventanas por las que va pasando, en cada piso, amagando un posible receso en alguna de ellas que no se produce, pero que va suavizando la caída... Hasta que finalmente, tras un cuádruple (o quintuple) salto mortal con múltiples tirabuzones, se coloca en perfecta posición para caer con una precisión digna de Gervasio Deferr (de hecho sólo le faltaban los brazos en cruz para saludar), cubriendo exacta y completamente uno de los focos del PC City situado en la planta baja, no sólo evitando el contacto con el suelo y el posible pisoteamiento posterior, sino disimulándose a la perfección con la red verde que recubre el andamio situado al lado, de forma que nadie, excepto el implicado, sospechase absolutamente nada de la esperpéntica imagen resultante...
Ver para creer...
3 comentarios:
yo tengo una duda...recuperaste la sábana??? jajaja
Si que la recuperé.
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