Cuando los tres amigos cruzaron el umbral de la puerta de la posada del pueblo, se encontraron un ambiente muy diferente al que había allí habitualmente. El barullo de gente charlando de sus quehaceres y los gritos del borracho de turno pidiendo otro vino para suavizar su continua resaca, habían sido sustituidos por un pequeño murmullo constante, resultante de los cuchicheos que ahora se daban entre los consumidores, y que quedaba bastante extraño tras haber cruzado el jaleo de la ajetreada plaza. Más extraño aún dada la numerosa cantidad de gente que había allí dentro.
En un día como aquel, ese ambiente de secretismo en la posada era muy inusual, y sólo podía estar causado por la presencia de algo, o más bien alguien, al que los vecinos desconocían.
Con sólo echar un vistazo al interior de la posada, los tres jóvenes que acababan de entrar supieron de inmediato de qué se trataba. Y es que todas las miradas de la abarrotada posada se dirigían sin disimulo hacia un punto concreto de la misma, hacia una mesa y una silla, situados en una oscura esquina del local, y en la cual había un hombre sentado, que parecía absorto, y era ajeno a los cuchicheos que le rodeaban.
En aquel pequeño pueblo, situado entre escarpadas montañas inundadas de vegetación que impedían un fácil acceso desde el exterior, no era normal recibir visitas desconocidas. Cada cierto tiempo, algún comerciante de pueblos vecinos se acercaba hasta allí para intercambiar algo, aunque más bien eran los vecinos de este pueblo quienes visitaban a los otros; además, los pocos comerciantes que se acercaban aquí siempre eran los mismos, así que la gente los conocía.
Aparte de comerciantes, era raro que por allí pasase alguien forastero. Alguna vez llegó un soldado que se había perdido… Pero le gustó tanto el lugar que desertó y se terminó quedando, y ahora está buscado por las autoridades…
- ¿Quién pensáis que será? – susurró Ricardo, nervioso, acercándose a sus amigos para que le escuchasen bien.
- No sé – respondió Jacobo en el mismo tono – Puede que sea un peregrino… Bueno, vale – prosiguió ante la mirada incrédula de los otros dos – Puede que no estemos en el camino, pero ya sabéis que todos los caminos llevan a Roma.
- Quizá sea del ejército… - comentó Paco, sin cuidar el tono de su voz, ante lo cual sus amigos le hicieron gestos para que bajase el volumen.
- Joder, Paco – le riñó Ricardo – a ver cuando agudizas el sentido del susurro, que nos va a oír.
- No creo que sea soldado – continuó Jacobo – Sus vestimentas no son cómodas para luchar, y no tiene una gran forma física… Además, ¿dónde se ha visto un soldado sin espada?
- Bueno – dijo Paco, intentando susurrar sin demasiado éxito– Mejor que tengas razón. Mi padre llegó a este pueblo hace muchos años ya, pero el ejército del rey todavía no le ha perdonado.
- No te preocupes – le animó Ricardo – Mira, para coger a tu padre el ejército tendría que mandar algo más que un pobre tirillas y su viejo caballo.
- Espero que tengas razón – las palabras de Paco no sonaban muy convencidas – Ojalá tuviésemos un aparato volador que nos permitiese irnos lejos de aquí y volver cuando quisiéramos…
Mientras los jóvenes conversaban sobre el forastero, como hacían los demás vecinos que se encontraban en la posada, éste había terminado su bebida y, despertando de su ensimismamiento, había cogido un pequeño saco que llevaba colgado de la cintura. Lo abrió, y de él extrajo una pequeña pipa de madera labrada, y lo que parecía ser una pluma de escribir y un montón de papeles arrugados y amarillentos. Encendió su pipa tranquilamente, se acomodó en su asiento, y comenzó a pasar la mirada por encima de unas toscas letras que habían sido escritas con prisa en aquellas hojas de papel.
Ante estas acciones, que los allí presentes seguían con atención, el nivel de susurros se incrementó, distinguiéndose entre los mismos algunas expresiones de asombro. Un brillo de emoción apareció en los ojos de los tres amigos, que miraban a aquel hombre fijamente, sin parpadear. Era un trovador…
N. de A. Los capítulos siguientes todavía no han sido escritos. Irán saliendo periódicamente a medida que se escriban.
En un día como aquel, ese ambiente de secretismo en la posada era muy inusual, y sólo podía estar causado por la presencia de algo, o más bien alguien, al que los vecinos desconocían.
Con sólo echar un vistazo al interior de la posada, los tres jóvenes que acababan de entrar supieron de inmediato de qué se trataba. Y es que todas las miradas de la abarrotada posada se dirigían sin disimulo hacia un punto concreto de la misma, hacia una mesa y una silla, situados en una oscura esquina del local, y en la cual había un hombre sentado, que parecía absorto, y era ajeno a los cuchicheos que le rodeaban.
En aquel pequeño pueblo, situado entre escarpadas montañas inundadas de vegetación que impedían un fácil acceso desde el exterior, no era normal recibir visitas desconocidas. Cada cierto tiempo, algún comerciante de pueblos vecinos se acercaba hasta allí para intercambiar algo, aunque más bien eran los vecinos de este pueblo quienes visitaban a los otros; además, los pocos comerciantes que se acercaban aquí siempre eran los mismos, así que la gente los conocía.
Aparte de comerciantes, era raro que por allí pasase alguien forastero. Alguna vez llegó un soldado que se había perdido… Pero le gustó tanto el lugar que desertó y se terminó quedando, y ahora está buscado por las autoridades…
- ¿Quién pensáis que será? – susurró Ricardo, nervioso, acercándose a sus amigos para que le escuchasen bien.
- No sé – respondió Jacobo en el mismo tono – Puede que sea un peregrino… Bueno, vale – prosiguió ante la mirada incrédula de los otros dos – Puede que no estemos en el camino, pero ya sabéis que todos los caminos llevan a Roma.
- Quizá sea del ejército… - comentó Paco, sin cuidar el tono de su voz, ante lo cual sus amigos le hicieron gestos para que bajase el volumen.
- Joder, Paco – le riñó Ricardo – a ver cuando agudizas el sentido del susurro, que nos va a oír.
- No creo que sea soldado – continuó Jacobo – Sus vestimentas no son cómodas para luchar, y no tiene una gran forma física… Además, ¿dónde se ha visto un soldado sin espada?
- Bueno – dijo Paco, intentando susurrar sin demasiado éxito– Mejor que tengas razón. Mi padre llegó a este pueblo hace muchos años ya, pero el ejército del rey todavía no le ha perdonado.
- No te preocupes – le animó Ricardo – Mira, para coger a tu padre el ejército tendría que mandar algo más que un pobre tirillas y su viejo caballo.
- Espero que tengas razón – las palabras de Paco no sonaban muy convencidas – Ojalá tuviésemos un aparato volador que nos permitiese irnos lejos de aquí y volver cuando quisiéramos…
Mientras los jóvenes conversaban sobre el forastero, como hacían los demás vecinos que se encontraban en la posada, éste había terminado su bebida y, despertando de su ensimismamiento, había cogido un pequeño saco que llevaba colgado de la cintura. Lo abrió, y de él extrajo una pequeña pipa de madera labrada, y lo que parecía ser una pluma de escribir y un montón de papeles arrugados y amarillentos. Encendió su pipa tranquilamente, se acomodó en su asiento, y comenzó a pasar la mirada por encima de unas toscas letras que habían sido escritas con prisa en aquellas hojas de papel.
Ante estas acciones, que los allí presentes seguían con atención, el nivel de susurros se incrementó, distinguiéndose entre los mismos algunas expresiones de asombro. Un brillo de emoción apareció en los ojos de los tres amigos, que miraban a aquel hombre fijamente, sin parpadear. Era un trovador…
N. de A. Los capítulos siguientes todavía no han sido escritos. Irán saliendo periódicamente a medida que se escriban.
5 comentarios:
No solo de comida recalentada vive el blog,eh????
Ya, ya. Como os gusta criticar. Mañana empieza lo nuevo...
Yaaaaaaa, en fin, el forastero se encontraba en una oscura esquina de la posada cual aragorn, alias trancos, en el pony pisador,¿no?
Es correcto hacer cada uno la guerra por su cuenta?¿Porque no hacer un espacio donde confluyan nuestras ideas,estilos...etc?
proyecto unificacion XA!!!
compra de dominio e espaço XA!!!
neodian + blogui_j + pailanadas + quienquiera = web buenisima...
PENSADLO
Pues no seria mala idea, yo ya lo propuse una vez, sin pailanadas, pero parace que blogui-j tiene miedo al compromiso,jajajjaajja.
Por mi parte siempre estoy dispuesto a este tipo de cosas, aunque el tuburio seguira activo, al menos de momento.
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