martes, 24 de octubre de 2006

Proxima estació: Terrasa... Aquest tren finaliça el seu recurregut en aquesta estació... Neng

Bueno, y visto que BloGui-J ha recuperado el "liderato" en la particular carrera de visitas que mantiene con el "Tuburio de Neodian", no quiero defraudar a los que han apostado por BloGui-J y trataré de mantenerme en esa posición... Así que voy a publicar otro post, en principio breve (aunque ya se sabe que estas cosas se alargan), sobre una aventurilla graciosa que me ha pasado desde que habito Barcelona, y que algunos ya conoceréis más o menos, pero aquí la explicaré en detalle. No será la última. Momento diario de Patricia, más que nada porque me han propuesto que lo cuente, y el cliente siempre tiene la razón. Vamos al tajo, carajo.

Una de las más divertidas desde mi punto de vista, es la que me ocurrió hace ya un par de semanas (aunque parece que fue ayer...), después de una noche de juerga. Antes de nada, explicar que yo vivo en Terrasa, lo cual NO es Barcelona... Esta a casi 40 minutos en tren, lo cual para un gallego como yo es una barbaridad de tiempo (es casi como Santiago-Coruña), aunque la gente de aquí está más acostumbrada a esas distancias... El caso es que cuando salgo en Barcelona salgo bien. No voy a meterme un viaje de 40 minutos para ir a tomar algo a las Ramblas... Si salgo, me voy de casa sobre las nueve o diez de la noche, y no vuelvo hasta la mañana siguiente, si es que no me quedo a comer en Barcelona...

La anécdota que ahora cuento sucede por la mañana, tempranito, al final de un día de fiesta. Después de despedirme de los últimos que quedaban en pie, y que ya volvían a sus casas, me dirigí yo también a la mía, para lo cual tenía que pillar el tren que sale de Plaza Cataluña, que es más o menos el centro de Barcelona, por donde pasan la mayoría de las líneas. La mía es la S1 y va de Plaza Cataluña a Terrasa (que es el final del trayecto).


Buscando en YouTube, he encontrado un video de ese tren que pillo todos los días... ¡¡En un videojuego!!

Bien. Pues nada, me subo en el tren perfectamente, haciendo unas cuantas eses, pero sin problema. A todo esto, para ir a Plaza Cataluña pille el metro en otra estación (ya que estaba un poco lejos), en la que unos colgaos cogieron un extintor y empezaron a echar el polvo ese asqueroso por toda la estación... Cuando llegó el metro el conductor flipaba, porque no se veía una mierda (claro, al no ver tenía miedo de darse contra el bordillo... jejejeje).
En fin. Pillo mi tren que me lleva directamente a Terrasa, así que de puta madre. Serían las siete de la mañana. Me acurruco en los cómodos asientos y me preparo para sobar en los próximos cuarenta minutos...

"Oiga. Que ya estams en la Plaça Catalunya, tu" - No, no era Buenafuente. Era un buen señor que me despertaba, en lo que para mi fue un décima de segundo después, para advertirme (no me he equivocado) que "ya" habíamos llegado a Plaza Cataluña... Y si, de ahí es de donde yo salía... Algo no cuadraba. Miro mi reloj: 09:30... Vuelvo a mirarlo, esperanzado de que el hecho de que el número que indicaba las horas fuese el 9 y no el 7 era por culpa del Vodka... No, el Vodka no tuvo nada que ver. Efectivamente eran las nueve y media, hora y media después de haberme metido en aquel mismo tren, y lo más acojonante de todo, seguía en la misma estación... Algo no cuadraba... O si. Haciendo unos rápidos cálculos, comprobé estupefacto que todo aquello se debía a que me había quedado dormido durante todo el trayecto entre Plaza Cataluña y Terrasa, y no contento con ello, ¡me había hecho el trayecto de vuelta!

Yo dormí en uno de estos... Es que lo de dormir en vehículos me chifla, oye.

Me salí del tren, que ya no volvía, y me metí en el de al lado, para re-volver a Terrasa... Al sentarme, me empecé a descojonar de la risa. No podía evitar pensar en la gente que se bajó en Terrasa (última estación), y en sus caras al ver a un tío dentro del tren sobando como un cerdazo, mientras sonaba la alarma de que las puertas se cierran... Me los imagino en silencio, partiendose la caja, esperando impacientes a verme partir de vuelta a Barcelona... Me lo imagino y me parto el culo, a la vez que pienso: "Hijos de puta"

Pero la anécdota no acaba ahí. Vuelvo a montar en el tren hacia Terrasa. Cierran las puertas, y yo, sin pensármelo dos veces, me vuelvo a sobar... Parece que no he aprendido. Lo cierto es que cerré los ojos pensando, "bueno, voy atento a las paradas y malo será"... Bueno, pues sólo recuerdo estar consciente en tres paradas. El resto del trayecto dejé que el azar guiase a mi destino... Y me tuvieron que volver a despertar, aunque por suerte, esta vez lo hizo alguien en Terrasa: "Oye, que esto ya acabo", como diciendo "no seas goloso, que ya llevas tres líneas completas, abusón", como si realmente él supiese que hacía el trayecto por tercera vez consecutiva...

¡La línea naranja! ¡¡Esa me la hice tres veces seguidas enterita!!

Las primeras luces de la mañana hacía tiempo que habían aparecido. Pasaban de las diez, y yo caminaba solitario, hecho un cerdo, por las calles recién mojadas de Terrasa, partiendome el culo por la anécdota que me acababa de suceder, sin ser consciente de que una nueva se le iba a encadenar en breves momentos.

Hay un tramo del camino entre la estación y la residencia que es bastante empinado. Vamos, que es de esas calles donde casi no puedes evitar correr. Yo iba por ahí, riéndome, contento no sé muy bien por qué, y miré el desnivel de la calle, y pensé "ahora es cuando me la pego". No pasó ni medio segundo que mis pies se deslizaron como si estuviesen sobre el hielo. De hecho, mi pensamiento, del susto, se volvió audible. Fue algo así como "ahora es cuando me la pe-guoh!", con esa última sílaba sonora... La caída fue brutal. No hace falta que la describa. Yo la llamaría "videoprimeril", ya que me recordó bastante a las caídas de ese mítico programa de la primera, estilo looney-toones, que dan una voltereta en el aire antes de caerse de morros... La mía fue tal cual, con la diferencia de que después del impacto resbalé el resto de la empapada calle sobre el culo, cual corredor de "bobsleig".

Cuando por fin las energías cinética y potencial abandonaron mi cuerpo, me empecé a descojonar todavía más que antes. Me levanté y seguí hasta la residencia, casi sin poder caminar por la risa y empapado. Lo único que lamento fue que no había nadie allí para verlo. Bueno, realmente es lo único que me consuela de tan dramático fin de noche... A la mañana siguiente, es decir, por la tarde, me levanté a las seis... Casi no podía mover el brazo... Entonces ya no me reía tanto...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya, ya, ya. estoy por enviar un mail trampa para que toda esa gente se deja caer por el tuburio y se cague en mi al ver que no hay nada... las visitas esas a mi no me valen, lectores habituales, esos son los que valen.

Por cierto muy buena la historia, pero... ¡¡¡QUE YA ME LA SE!!!