Supongo que a estas alturas la mayoría ya estaréis al tanto de la noticia. La foto adjunta, que no necesita mayor explicación, fue tomada hace ya unos días. Cualquiera que suela salir en Santiago, sabrá que el Frankfurt se había convertido, desde hace unos años, en un símbolo de la nocturnidad compostelana. Ese bocadillo o hamburguesa de las tantas de la mañana era un placer impagable. Pero en el Frankfurt tenía precio: 2,20 el de chorizo criollo con chimichurri, mi favorito. Ese sabor único, esa grasilla inequívoca.
El Frankfurt nos dio un nuevo concepto de la comida rápida. En tan sólo 6 metros cuadrados, los dos trabajadores (tres, cuando había más gente) se las apañaban para no hacerte esperar más de tres minutos. En la única plancha del local, un hombre manejaba la espátula con un arte endemoniado, mientras sus ayudantes anotaban los pedidos, los envolvían en papel albal, y los cobraban con una pericia inimaginable. El Frankfurt nunca tenía más cola que los dos metros cuadrados que había entre la barra y la puerta. Era rápido, barato, bueno y cómodo.
Ahora se han ido. Las cosas les han ido bien, y se han comprado un local mucho mayor en el Área Central, donde les auguro un buen futuro. Pero, ¿que pasa con nosotros, los jóvenes? ¿Qué pasa con la gente que, noche tras noche, bocadillo de chorizo con chimichurri tras bocadillo de chorizo con chimichurri, hemos ido pagando ese nuevo local? ¿Qué será de nosotros? ¿Acaso tendremos que ir a la competencia, diez metros calle abajo, a ese lugar del que no se ni su nombre, cuyas hamburguesas insípidas son servidas por ese jóven asonriente con problemas de acné, cuya expresión indica que se está cagando en ti en cada segundo que pasa? ¿O tendremos que ir a un 24 horas a que nos sirvan un bocadillo precocinado, unos señores que se ponen un guante en una sola mano, mientras que con la otra manosean mi bocadillo, que te preguntas "para que coño te pones el guante, hijo de la gran puta"?...
En fin, supongo que cuando esté volviendo del campillo todas estas preguntas me la traerán floja... En cualquier caso, desde BloGui-J queremos dar nuestro más sincero agradecimiento al Frankfurt porque, a pesar de dejarnos ahora sólos y desamparados, nos han acompañado durante muchas noches aquí en Santiago. Muchas gracias y suerte.
El Frankfurt nos dio un nuevo concepto de la comida rápida. En tan sólo 6 metros cuadrados, los dos trabajadores (tres, cuando había más gente) se las apañaban para no hacerte esperar más de tres minutos. En la única plancha del local, un hombre manejaba la espátula con un arte endemoniado, mientras sus ayudantes anotaban los pedidos, los envolvían en papel albal, y los cobraban con una pericia inimaginable. El Frankfurt nunca tenía más cola que los dos metros cuadrados que había entre la barra y la puerta. Era rápido, barato, bueno y cómodo.
Ahora se han ido. Las cosas les han ido bien, y se han comprado un local mucho mayor en el Área Central, donde les auguro un buen futuro. Pero, ¿que pasa con nosotros, los jóvenes? ¿Qué pasa con la gente que, noche tras noche, bocadillo de chorizo con chimichurri tras bocadillo de chorizo con chimichurri, hemos ido pagando ese nuevo local? ¿Qué será de nosotros? ¿Acaso tendremos que ir a la competencia, diez metros calle abajo, a ese lugar del que no se ni su nombre, cuyas hamburguesas insípidas son servidas por ese jóven asonriente con problemas de acné, cuya expresión indica que se está cagando en ti en cada segundo que pasa? ¿O tendremos que ir a un 24 horas a que nos sirvan un bocadillo precocinado, unos señores que se ponen un guante en una sola mano, mientras que con la otra manosean mi bocadillo, que te preguntas "para que coño te pones el guante, hijo de la gran puta"?...
En fin, supongo que cuando esté volviendo del campillo todas estas preguntas me la traerán floja... En cualquier caso, desde BloGui-J queremos dar nuestro más sincero agradecimiento al Frankfurt porque, a pesar de dejarnos ahora sólos y desamparados, nos han acompañado durante muchas noches aquí en Santiago. Muchas gracias y suerte.
1 comentario:
Bueno hombre, prueba el bocadillo llamado "Nando" de la competencia. Es el mejor bocadillo que he comido en mi vida.
No me preguntes qué lleva: una vez en mis manos no hay tiempo ni para mirarlo.
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